Cuando una es una auténtica enamorada de la historia antigua en general y de la historia del antiguo Egipto en particular desde los 11 años, lo lógico es que el mayor de los sueños sea poder viajar a esa maravillosa tierra negra que es la madre de todas las civilizaciones.
Tenía yo 7 tiernos años, cuando empecé a devorar como loca todos y cada uno de los libros que caían en mis manos, me confieso, soy una vampiresa de los libros, de esas personas que absorbemos la vida interna de cada relato hasta darles forma en nuestras mentes y corazones, de las que no puede dejar un buen libro por nada del mundo y puede tirarse hasta las tantas de la madrugada sólo para saber qué pasará en el siguiente capítulo...
Entre los libros que devoré con 11 años estaban varios de la colección particular de mi padre, miembro del Círculo de Lectores durante años.
Uno de aquellos libros, de tremendo tamaño, era un relato maravilloso del descubrimiento de la tumba de Tutankhamon ilustrado con mapas y fotos en blanco y negro del Valle de los Reyes y sus fantásticas tumbas. A lo largo de los años me lo habré releído unas tres o cuatro veces... y ahí es cuando empezó mi pasión por el antiguo Egipto y mi deseo de viajar un día al país de mis sueños.
Fueron pasando los años, las décadas y aunque crecí y aprendí a tener otras pasiones el interés por la egiptología no decaía, estuve a punto de empezar la carrera de Geografía e Historia para hacerme arqueóloga... pero mi sentido común me dijo que era más fácil comer siendo maestra que egiptóloga, así que lo relegué a un hobby y seguí con mi vida estudiantil y laboral por la rama de la docencia.
Una vez acabada la carrera empecé a trabajar y a soñar con poder viajar un día a la tierra de mis sueños con el dinero que poco a poco iba ganando.
Esperaba el momento de pasar las duras oposiciones para poder relajarme con la estabilidad que supone un trabajo y un sueldo fijo para poder viajar y disfrutar de las vacaciones.
Así llegó el día en que aprobé las oposiciones y ya con un sueldo fijo decidí que ese año en las vacaciones de Semana Santa mis padres y yo nos íbamos a Egipto a disfrutar por fin de un merecido premio, yo invito!!
Pero una bofetada de realidad hizo que al departamento de Educación de mi comunidad Autónoma se le ocurriera justo ese año cambiar las vacaciones de Semana Santa de fechas para que no pudiéramos disfrutar de una semana de vacaciones tras las fiestas, con lo que el viaje a Egipto se tenía que posponer al verano, y teniendo en cuenta las altísimas temperaturas que se alcanzan en Egipto en verano decidimos dejarlo hasta encontrar mejores fechas y empezamos a recorrer Europa cada verano a la espera de otra oportunidad...
Italia, Praga, Viena y Budapest, Alemania, París y Países Bajos, Suiza, Alemania otra vez... Y en vista de que nunca llegaban las deseadas fechas empezamos a hablar con gente que sí había estado en Egipto en verano y todos nos decían lo mismo: no es para tanto!! te levantan a las 5 de la madrugada para hacer las visitas y luego al crucero o al hotel con aire acondicionado!!
Así que tras hablar con más de la mitad de nuestro pueblo que curiosamente habían estado en Egipto nos decidimos, ese verano tocaban o Siria, o Jordania o Egipto, según nos interesaran precios, condiciones y demás.
Siria me llamaba mucho porque una compañera de trabajo me había dicho que era el país más maravilloso que había visitado en su vida y eso que se había recorrido medio mundo!!
(Pobre Siria, quién te ha visto y quién te ve...)
Pero quedó descartado porque al ser menor de 33 años yo para darme el visado tenía que pedir autorización o de mi padre o de mi marido (que no existía jeje) y hacer un escrito a la embajada en Madrid... lo vimos muy complicado y lo dejamos estar.
La cosa quedaba entre Jordania y Egipto... y por supuesto, para mí no había color EGIPTO SIN DUDAS!! además el visado se sacaba en el mismo aeropuerto de llegada y lo pagábamos ya incluido en el precio del viaje en la agencia, fuera de líos de dineros en destino.
Por suerte la experiencia que habíamos ganado recorriendo toda Europa nos ayudaba a elegir lo mejor de lo mejor al mejor precio!! jeje.
Así que... próximo destino: Egipto.
Tenía yo 7 tiernos años, cuando empecé a devorar como loca todos y cada uno de los libros que caían en mis manos, me confieso, soy una vampiresa de los libros, de esas personas que absorbemos la vida interna de cada relato hasta darles forma en nuestras mentes y corazones, de las que no puede dejar un buen libro por nada del mundo y puede tirarse hasta las tantas de la madrugada sólo para saber qué pasará en el siguiente capítulo...
Entre los libros que devoré con 11 años estaban varios de la colección particular de mi padre, miembro del Círculo de Lectores durante años.
Uno de aquellos libros, de tremendo tamaño, era un relato maravilloso del descubrimiento de la tumba de Tutankhamon ilustrado con mapas y fotos en blanco y negro del Valle de los Reyes y sus fantásticas tumbas. A lo largo de los años me lo habré releído unas tres o cuatro veces... y ahí es cuando empezó mi pasión por el antiguo Egipto y mi deseo de viajar un día al país de mis sueños.
Fueron pasando los años, las décadas y aunque crecí y aprendí a tener otras pasiones el interés por la egiptología no decaía, estuve a punto de empezar la carrera de Geografía e Historia para hacerme arqueóloga... pero mi sentido común me dijo que era más fácil comer siendo maestra que egiptóloga, así que lo relegué a un hobby y seguí con mi vida estudiantil y laboral por la rama de la docencia.
Una vez acabada la carrera empecé a trabajar y a soñar con poder viajar un día a la tierra de mis sueños con el dinero que poco a poco iba ganando.
Esperaba el momento de pasar las duras oposiciones para poder relajarme con la estabilidad que supone un trabajo y un sueldo fijo para poder viajar y disfrutar de las vacaciones.
Así llegó el día en que aprobé las oposiciones y ya con un sueldo fijo decidí que ese año en las vacaciones de Semana Santa mis padres y yo nos íbamos a Egipto a disfrutar por fin de un merecido premio, yo invito!!
Pero una bofetada de realidad hizo que al departamento de Educación de mi comunidad Autónoma se le ocurriera justo ese año cambiar las vacaciones de Semana Santa de fechas para que no pudiéramos disfrutar de una semana de vacaciones tras las fiestas, con lo que el viaje a Egipto se tenía que posponer al verano, y teniendo en cuenta las altísimas temperaturas que se alcanzan en Egipto en verano decidimos dejarlo hasta encontrar mejores fechas y empezamos a recorrer Europa cada verano a la espera de otra oportunidad...
Italia, Praga, Viena y Budapest, Alemania, París y Países Bajos, Suiza, Alemania otra vez... Y en vista de que nunca llegaban las deseadas fechas empezamos a hablar con gente que sí había estado en Egipto en verano y todos nos decían lo mismo: no es para tanto!! te levantan a las 5 de la madrugada para hacer las visitas y luego al crucero o al hotel con aire acondicionado!!
Así que tras hablar con más de la mitad de nuestro pueblo que curiosamente habían estado en Egipto nos decidimos, ese verano tocaban o Siria, o Jordania o Egipto, según nos interesaran precios, condiciones y demás.
Siria me llamaba mucho porque una compañera de trabajo me había dicho que era el país más maravilloso que había visitado en su vida y eso que se había recorrido medio mundo!!
(Pobre Siria, quién te ha visto y quién te ve...)
Pero quedó descartado porque al ser menor de 33 años yo para darme el visado tenía que pedir autorización o de mi padre o de mi marido (que no existía jeje) y hacer un escrito a la embajada en Madrid... lo vimos muy complicado y lo dejamos estar.
La cosa quedaba entre Jordania y Egipto... y por supuesto, para mí no había color EGIPTO SIN DUDAS!! además el visado se sacaba en el mismo aeropuerto de llegada y lo pagábamos ya incluido en el precio del viaje en la agencia, fuera de líos de dineros en destino.
Por suerte la experiencia que habíamos ganado recorriendo toda Europa nos ayudaba a elegir lo mejor de lo mejor al mejor precio!! jeje.
Así que... próximo destino: Egipto.
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